Mi amor es surrealista, es un mago que se funde en las tinieblas del deseo, que no encuentra una salida para el truco que intenta mostrar. No entiende de besos a medianoche, ni de ideas que compartir. Mi amor escucha Pink Floyd mientras las líneas de la autopista pasan a su alrededor. Pone sus oídos a todo lo que dan, pero no logra decir ni descifrar lo que pretende, lo que pretendo. Mi amor escribe letras de ok, dale, bueno, genial, me encantó; y se olvida de decir lo que quiere.
Mi amor regala caramelos en los labios ajenos, pero no compromete sus besos con los demás. Mi amor escucha la radio que le quita el nombre, y queda vacío cuando no se lo puede nombrar.
Mi amor me da una mano cuando le pido el hombro, me escupe cuando me pongo indiferente. Me mira con ojos que calidoscopean mi interior, me regala una noche de ojos abiertos sola, sin darme lo que prometió.
Mi amor circula por las calles porteñas, lo encuentro en Gurruchaga y Padilla, en Juan B Justo y andá a saber cuál. Se esconde en Martinez Rosas y escapa hacia allá.
Mi amor no pretende encajar, sabe quedar mal. Se comporta mal, se maneja mal, habla mal. Describe, piensa, siente, desea, se contradice mal. No dice sí, grita tal vez. «Tal vez, tal vez, tal vez» me grita mi amor en el oído cuando yo le pongo ojos de medialuna. Me da besos escondidos, acaricia mi pierna con un dedo, espera que me acerque, que le haga creer que soy yo la que empezó. «Ella empezó» se justifica mi amor.
Él me clava sus ojos, su boca, su lengua, su nariz, sus manos, sus uñas, sus ganas, hasta hacerme sangrar.

28/11/2013

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